El mal se trata con medicina natural, no con vacunas
Tres enfermeros y dos rastreadores recorren todos los días las calles de San Pablo Laguna, Sololá, para vacunar a los vecinos.

Juana Tziac Tó, Karla Marisol Tambriz Sác y Manuel Gerardo Guachiac Catinac, tres enfermeros del centro de salud de San Pablo la Laguna, Sololá, salen cada mañana a las 9:00 horas de casa en casa a vacunar, aunque les cierren la puerta. Los vacunadores recorren a pie el municipio tz'utujil de 12 kilómetros cuadrados pues el centro de salud local se mantiene vacío.

Cuando Ojoconmipisto los acompañó a cinco viviendas solo un vecino que atiende una carpintería aceptó recibir su tercera dosis, pero manifestó tener dudas sobre los reacciones (gripe y dolor de cabeza) que tuvo con las primeras dos de la marca Moderna. La respuesta que recibieron en las otras casas fue: “Lo voy a pensar, tal vez mañana sí”.

Este municipio de 8,063 habitantes donde pocos utilizan la mascarilla, se localiza al suroeste del lago de Atitlán. Es el cuarto del departamento con menos pobladores vacunados después de Concepción, Nahualá y Santa Lucía Utatlán. Solo tres de cada diez personas tienen una dosis y una de cada diez, el esquema completo.

Los enfermeros salen a las calles donde la mayoría de las vacunas administradas son Moderna, cuyo frasco posee 11 dosis. El tiempo máximo que puede mantenerse en una hielera donde la transportan es de 12 horas. Si no encuentran interesados, el fármaco se debe desechar.

El primer reto que enfrentan los tres vacunadores es el idioma, no hablan tz'utujil solo k'iche´ y español porque son originarios de Nahualá y Santa Clara La Laguna. Viajan al menos media hora diaria en bus para llegar al centro de salud desde donde salen a inocular.

Por esa razón, cada uno pide el apoyo de Hilda Lucia Sojven Sosa y Lucas Antony Ratzam Ujpan, dos rastreadores contratados por el centro de salud a cargo de identificar casos de covid-19. Sin embargo, tras la llegada de los fármacos a la localidad ahora ejercen como traductores para comunicarse con los vecinos, ambos son conocidos en San Pablo.

Según el jefe del distrito y director del centro de salud, Mayron Martínez, sí cuentan con personal de la localidad para informar de mejor forma a los vecinos. “Hay un plan de comunicación a cargo de la trabajadora social Juana Xajil, originaria y residente de San Pablo La Laguna”, explicó.

El 98 por ciento de los pobladores hablan tz'utujil y el dos por ciento, español. Uno de cada tres habitantes sabe leer y escribir en al menos uno de ambos idiomas, según datos del censo.

De acuerdo con Martínez, para la vacunación trabajan dos enfermeras profesionales, dos auxiliares y dos rastreadores. También un médico y otro paramédico de turno que realizan pruebas. Y si es necesario, dispone de seis auxiliares de enfermería de otras áreas.

Una rastreadora conversa en tz'utujil con una vecina sobre la importancia de vacunarse. Atrás están las dos enfermeras y el enfermero.

En dos años de pandemia, un vecino falleció por covid-19 en el municipio, según registros del ministerio de Salud. El personal sanitario local realizó 128 pruebas, de las cuales 13 dieron positivo.

El equipo intentó realizar un perifoneo para informar a los vecinos sobre la vacunación, explica uno de los rastreadores, pero la ambulancia que trasladaba el mensaje debió retirarse pues los pobladores amenazaron con destruirla a golpes y palos.

“Nosotros ya escuchamos eso en los noticieros nacionales, la vacuna no es obligatoria y no entendemos por qué insisten con lo mismo, ya les dijimos que no”, recriminaron los vecinos.

En el centro de salud de la localidad solo se encuentra un afiche en tz'utujil sobre el uso de la mascarilla, el distanciamiento y el lavado constante de manos. El afiche que promueve los beneficios del fármaco y que menciona las reacciones como fiebre, malestar, dolor o cansancio está en español.

Una dificultad más

Otra razón del rechazo es que la población ya no quiere completar su esquema tras recibir una dosis. En la localidad el 50 por ciento de vacunas administradas son Moderna, 34 Sputnik V y el resto AstraZeneca y Pfizer.

Las dosis rusas son las que requieren más logística. Primero son transportadas 11 kilómetros, desde el área de salud de la cabecera de Sololá a San Pablo La Laguna, en cajas frías especiales o termos con hielo seco, con temperaturas entre -15 y -25 grados Celsius. Luego, en San Pablo son resguardadas en congeladores a esa misma temperatura para ser descongeladas y administradas según lo demande la población.

Martínez explica que sí tienen disponible las AstraZeneca, la cual presenta reacciones menos fuertes, pero solo está a demanda si la población la requiere.

Gerardo Guachiac, enfermero originario de Nahualá que habla k´iche´, anota en su registro los datos de las personas vacunadas para darles seguimiento.

El centro de Salud lleva de esta manera el control de cuántas vacunas administran por grupos de edad y las fechas.

Ningún mensaje

El alcalde Juan Ujpan Piy obtuvo su primera dosis de Sputnik V en septiembre del año pasado, cuando abrió la vacunación para mayores de 50 años. Ha intentado, sin éxito, promoverla en su municipio. Pero el problema, sostiene, es que los vecinos no creen en la enfermedad. Al 28 de marzo pasado, solo una persona de la localidad había fallecido por la covid–19.

Puso a disposición del área de Salud las instalaciones y personal de la municipalidad, pero el resultado no fue el esperado. “Habilitamos la cancha e instalaciones con ayuda de los maestros para los adolescentes en edad para vacunarse, pero ninguno asistió a alguno de los tres centros educativos que suman 1 mil 500 alumnos”, agrega.

En San Pablo La Laguna solo el 29 por ciento de la población entre 12 a 17 años (1 mil 843 personas) tiene una dosis, y el 22 tiene el esquema completo, constatan datos del ministerio de Salud.

Según el jefe edil, en una oportunidad se intentó coordinar una campaña de vacunación en la localidad con la televisora local, pero de inmediato los pobladores lo impidieron con amenazas. “Empezaron a hablar mal del medio de comunicación por repetir un mensaje que ya habían escuchado”.

Ujpan considera que el rechazo a la enfermedad y por ende a las vacunas se acrecentó por los cierres del primer año de pandemia que los afectó económicamente. No pudieron desplazarse a trabajar a municipios turísticos como San Pedro y San Marcos La Laguna.

La alcaldía no registra gastos relacionados con prevenir la covid-19 en el municipio. Su único gasto en salud en los dos años de pandemia fue ampliar el centro de Salud por Q510 mil, según datos del Portal de Gobiernos Locales.

En su página de Facebook, la alcaldía no publica ningún contenido sobre la vacunación ni sobre la enfermedad. El área de Salud del departamento tampoco difunde mensajes relacionados sobre el tema desde junio de 2021.

Los vacunadores de San Pablo La Laguna son enfermeros profesionales y auxiliares que recorren sus rutas a pie.

“Debería darte vergüenza”

Cuando Ojoconmipisto acompañó al personal de salud constató que una mujer de 18 años declinó vacunarse por presión de su esposo y suegra. “Debería darte vergüenza hacer estas cosas (vacunarse), tenemos mucho trabajo”, le recriminaron. La joven ingresó a su casa donde la discusión subió de tono y se escucharon golpes continuos durante los siguientes minutos.

A los siguientes días se intentó indagar qué sucedió con ella, pero el personal de salud consultado dijo desconocerlo.

San Pablo la Laguna es un territorio donde la violencia intrafamiliar es un problema que afecta la salud integral de las mujeres y por eso es necesario mejorar los programas del primer nivel de atención primaria, según el Plan de Desarrollo Municipal elaborado en 2020 por la Secretaría de Planificación de la Presidencia (Segeplan).

No solo es el idioma

Graciela Velasquez Chuc, jefa de la Unidad de Pueblos indígenas Occidente y coordinadora de la Asociación de Comadronas Qawuq, explica que en este y otros municipios cercanos al lago de Atitlán los habitantes son reacios a vacunarse porque no creen que la enfermedad sea mortal. Lo asocian con una gripe ordinaria y si se contagian optan por la medicina natural.

“Con tratamientos en los temascales de vapor se curan. Usan la hoja de sauco, incienso, té de limón, pericón y hojas de naranja y laurel. No acostumbran a asistir a los centros de salud”, agrega.

Los vacunadores son originarios de Santa Clara y Nahualá, municipios vecinos. Todos los días viajan media hora para llegar a su lugar de trabajo, el centro de Salud. Se hacen acompañar de traductores para comunicarse con los vecinos.

A criterio de Karin Slowing, médica e integrante de Laboratorio de Datos, la vacunación no avanzó en territorios como Sololá porque las autoridades sanitarias no buscaron interlocutores locales para comunicar los beneficios del fármaco. “Si bien hay personal local en los puestos de salud, no se relacionan con los liderazgos como el ejercido por las comadronas, por ejemplo. En el ministerio persiste la poca credibilidad hacia ellas. Hay una mezcla entre el factor confianza y el cúmulo de desinformación que recibieron, no solo que hablen otro idioma”.

Según la antropóloga Alejandra Colom, el trabajo de comunicarse con las comunidades indígenas, no se limita a traducir del español al t´zutujil. “La pertinencia cultural significa explicar en sus palabras los beneficios de la vacunación tras entender primero sus dudas. Si lo que tenían en Sololá era miedo, entonces había que explicarles cómo funciona”.

Por su lado, el personal de Salud que sale a las calles a vacunar percibe incertidumbre mientras discuten entre ellos.“¿Qué más podemos hacer? Ya hicimos un barrido de este sector, por acá ya pasamos. Actualicemos el croquis. No, esta calle completa no quiere”.

Esa conversación se repite mientras buscan la siguiente tienda o comercio sin conocer qué tipo de reacción obtendrán. La respuesta es la misma: “Lo voy a pensar, tal vez mañana sí”. Para los vecinos de San Pablo La Laguna, la covid-19 es una gripe que se trata con medicina natural, no con vacunas.

Los enfermeros atraviesan el mercado, no se detienen a preguntarle a los vendedores si quieren vacunarse, van a viviendas específicas.